Un día fui a la frutería a comprar cambur dentro de ella se encontraba un perro que al verme me clavo sus colmillos y me saco una lágrima , me rompió mi suéter yo le di una sugerencia al dueño de la frutería, que tuviera cuidado con su perro y que no lo descuide.
Después fui a la otra tienda a comprar una espátula donde el dueño me atendió haciendo mímicas jugando con migo y me contó que se le estaba iniciando un furúnculo en su brazo por una mordida de un perro , desde aquélla vez me quedo una obsesión sicodélica y el señor no me vendió la espátula por que el distribuidor es un embarcador.